Desde hace semanas, Mila había entrado en una dinámica autodestructiva, cocinar de pena y además sacar un injustificado aire de superioridad, adornado con soberbia y malos modos, con aquellos a los que ella consideraba inferiores. Primero fue Lidia, a la que quitó el pollo, después Antonio al que no dejó ni respirar la semana pasada, más tarde le tocó a Kevin, al que se negó a escuchar como jefe de equipo, y ayer Andrea corrió la misma suerte.
No es de extrañar, por tanto, que fueran sus propios compañeros los que certificaran la evidencia, su tarta en la prueba de eliminación era impresentable. Pero en el último momento aun tuvo, en la cámara personal, una frase para la historia, un canto de cisne que la deja en peor lugar todavía, "Lidia, vete tu que estás embarazada y tienes una buena vida". Cansa ya que en este país se lance a las mujeres el embarazo como arma arrojadiza, y es especialmente chocante viniendo de otra mujer.
Curiosa paradoja la de ayer, que en presencia de dos monjas la que caiga sea Milagros, pero es que la soberbia es un pecado capital, y de los gordos.
No es de extrañar, por tanto, que fueran sus propios compañeros los que certificaran la evidencia, su tarta en la prueba de eliminación era impresentable. Pero en el último momento aun tuvo, en la cámara personal, una frase para la historia, un canto de cisne que la deja en peor lugar todavía, "Lidia, vete tu que estás embarazada y tienes una buena vida". Cansa ya que en este país se lance a las mujeres el embarazo como arma arrojadiza, y es especialmente chocante viniendo de otra mujer.
Curiosa paradoja la de ayer, que en presencia de dos monjas la que caiga sea Milagros, pero es que la soberbia es un pecado capital, y de los gordos.
Los buñuelos malditos de Mila