Hoy no me andaré por las ramas, acaba de terminar Masterchef y me ha parecido el peor programa de las dos temporadas. Sin gracia, sin ritmo, e incluso, para variar, sin polémica, pero sobre todo, sin cocina, porque, ya va siendo hora de asumirlo, la inmensa mayoría de los concursantes seleccionados para esta edición de Masterchef no tienen ni puñetera idea de cocinar, sólo están ahí por el posible juego que puedan dar frente a la cámara.
Dos horas sentado delante de la tele, tres pruebas con diez aprendices de cocineros seleccionados de entre varios miles, se supone que por sus aptitudes, y lo único decente que sale es la pannacotta y el tiramisú de Vicky. Y ya no sabe uno si están de cachondeo cuando Celia dice que no sabe qué es un magret o Cristina ignora como va eso del tiramisú, cuando no saben que proporción de gelatina hay que usar para cuajar lácteos o cuanta azúcar es suficiente para dar un toque dulce sin que se te caigan los dientes, o simplemente que el risotto hay que moverlo...
Cualquiera que cocine con regularidad desarrolla al menos un poco de intuición a la hora de elaborar los platos y a veces estos concursantes parecen extraterrestres que no hayan pisado una cocina en toda su vida. Y todavía tuvieron suerte de que la prueba de eliminación era lo más fácil que se ha visto en Masterchef. Ya va cansando ver cómo se salva gente una y otra vez porque hay otros tan malos que sus bodrios hasta parecen buenos.
No está quemado, está crocante
Dos horas sentado delante de la tele, tres pruebas con diez aprendices de cocineros seleccionados de entre varios miles, se supone que por sus aptitudes, y lo único decente que sale es la pannacotta y el tiramisú de Vicky. Y ya no sabe uno si están de cachondeo cuando Celia dice que no sabe qué es un magret o Cristina ignora como va eso del tiramisú, cuando no saben que proporción de gelatina hay que usar para cuajar lácteos o cuanta azúcar es suficiente para dar un toque dulce sin que se te caigan los dientes, o simplemente que el risotto hay que moverlo...
Cualquiera que cocine con regularidad desarrolla al menos un poco de intuición a la hora de elaborar los platos y a veces estos concursantes parecen extraterrestres que no hayan pisado una cocina en toda su vida. Y todavía tuvieron suerte de que la prueba de eliminación era lo más fácil que se ha visto en Masterchef. Ya va cansando ver cómo se salva gente una y otra vez porque hay otros tan malos que sus bodrios hasta parecen buenos.