Galicia es calidad
miércoles, diciembre 11, 2013Cuando visitamos Galicia allá por el mes de mayo ya insinuamos que no tardaríamos mucho en volver. Y como no necesitamos muchas escusas para regresar, unos días de puente y el imán que supone tener familia allí, nos han llevado una vez más a pasar unos días inolvidables conociendo y disfrutando de todo lo que da esta tierra maravillosa.
La primera vez que entré en un supermercado en Galicia me llamó la atención que todos los pollos eran amarillos, y que sin embargo su precio era similar al de los enfermizos pollos pálidos de cualquier supermercado de por aquí. Ese simple detalle me empezó a dar la pista de como se funciona por esas tierras.
Si hablamos de comida, no cabe duda de que esta gente valora mucho la calidad de lo que ponen en su plato, si hay algo en lo que no escatimen es en eso. Y no se trata de gastar mucho dinero, sino de aprovechar al máximo el buen producto del que disponen y, entendiendo que nuestra salud depende en gran medida de lo que comemos, dar a la alimentación la importancia que merece frente a otras cosas que son mucho más secundarias.
CALIDAD HASTA EN LO MÁS BÁSICO
Pues volver a Galicia para mi supone reencontrarme con ciertos rituales cotidianos que, aunque sea sólo por unos días, me reconcilian con la idea de que otra manera de alimentarse es posible. Me gusta levantarme temprano y, después de abrigarme bien, dar un paseíto para comprar leche fresca y pan de verdad. Si lo que me encontrara fuera un tetra-brik y pan precocido os aseguro que me quedaría en casa, pero allí, esa opción de elegir calidad existe hasta en los productos más básicos.
Desde hace más de dos años vienen prestando servicio en Coruña las máquinas expendedoras de leche fresca Milk Star, que proporcionan al consumidor leche fresca de primera calidad al más que razonable precio de 1 € por litro. La leche viene sometida únicamente a un proceso de pasteurización por lo que su caducidad es tan sólo de seis días, pero sin embargo, esto garantiza que el producto llega en óptimas condiciones al consumidor, que puede disfrutar a diario de lo más parecido a leche recién ordeñada que se puede encontrar.
Ya con la leche en el equipaje, el ritual se completa con la obligada visita a la panadería del barrio, y en el barrio donde vive mi familia gallega hay una fantástica panadería de Carral. Desde muchos metros antes de enfilar su entrada, toda la calle huele a pan y se te termina de hacer la boca agua nada más pasar el umbral...
Para los que estamos lamentablemente habituados a convivir con los pseudopanes precocidos de tres barras por un euro, ver ese expositor y esa vitrina supone un auténtico shock. Panes y bollos amasados y horneados a diario (están saliendo del horno continuamente), elaborados con masa madre y sometidos a fermentaciones prolongadas para que la masa alcance el desarrollo que necesita. Panes de corteza gruesa y crujiente y de miga esponjosa, de esos que si te los ponen demasiado pronto, cuando llega el primer plato ya ha volado. Un pan espectacular.
Y con esa leche y ese pan, aunque haga frio y se haya madrugado, uno vuelve a casa con otra cara, pero sobre todo, deseando acortar los trámites para encontrarse con un café calentito y una buena tostada de pan artesano.
GALICIA Y EL MAR
Desde hace unos meses, un grupo de cuatro locos enamorados de la pesca que se hacen llamar los "Sargos Bravos" cuentan sus peripecias en el blog Vareando por el atlántico al que recomiendo hagáis una visita. Como mi sobrino Jose es uno de ellos, llevo mucho tiempo insistiéndole para que me permita acompañarlos en una de sus salidas. En esta ocasión, por lo corto de nuestra visita, no ha podido ser, pero al menos he conocido algunos de los enclaves donde dirimen sus batallas con los sargos y he empezado a entender la particular relación que tienen los gallegos con el Atlántico al que quieren y respetan a partes iguales.
Aquí en Cádiz es el mismo océano Atlántico el que tenemos delante, pero comparando la placidez del de aquí con la bravura del de allí, no parecen ni siquiera primos lejanos.
Hemos tenido la suerte de poder visitar en esta ocasión los acantilados situados cerca del cabo Ortigal, llenos de miradores que cortan la respiración, desde donde el mar se ve impresionante, llenando una franja inmensa de horizonte. Desde allí arriba, a más de 300 metros de altura, el mar se ve plácido, armonizando el paisaje con su azul intenso, un auténtico disfrute para la vista, pero sobre todo, una fantástica despensa de la que sacar todos esos productos de calidad que distinguen la gastronomía gallega.
Pero esta imagen idílica del Atlántico es sólo un engañoso espejismo, porque el Atlántico gallego es duro de pelar, basta con acercarse un poco más para percibirlo. Un poco más abajo en estos acantilados se encuentra San Andrés de Teixido, un pequeño pueblo con santuario que se dice que hay que visitar una vez en vida o si no deberás visitarlo hasta tres veces después de muerto para poder alcanzar la salvación.
Bajando desde la población hacia el mar, te puedes acercar lo suficiente para comprobar que no es ni mucho menos tan tranquilo como parecía desde arriba, y que abrir la puerta de esta "despensa" es bastante más complicado que abrir la de casa.
Para acercarnos aún más, bajamos a un paraje espectacular que laman el "Seixo branco" en la localidad de Mera. Su rasgo más distintivo es una vistosa veta de cuarzo blanco que cruza el acantilado de arriba hasta abajo hasta meterse en el mar.
Tuvimos la suerte de probar uno de esos regalos que hay que arrebatarle al mar, pulpos pequeños, de tan sólo medio kilo, pero de una calidad excepcional porque se cogen entre las rocas, donde se alimentan de lo mejor que pueden encontrar. Este pulpo lo prepararon cocido y pasado por la plancha sobre una cama de cachelos (cocidos en el propio agua del pulpo) y grelos. Un plato sencillo pero absolutamente delicioso.
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La última historia de hoy va sobre carne y surge a raíz de probar un fantástico guiso hecho con becerro lechal.
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9 Comentarios
Vaya escapada que habéis hecho!! Me ha encantado tu relato, las fotos con ese paisaje y lo que cuentas de la comida. Si es que no hay nada como comer productos naturales... naturales de verdad!! Lo del becerro me ha dado un poquito de pena, pero entiendo que esa carne debe ser el no va más!!
ResponderEliminarfeliz día... besos
Han sido tres días muy intensos, y eso que no he hablado de la buena compañía que tuvimos, que fue lo mejor. Está claro que no se pueden desaprovechar estos momentos para disfrutarlos a tope
EliminarGalicia=calidad, no puedo estar más de acuerdo contigo. Un saludo.
ResponderEliminarGalicia es un paraíso y no sólo en el tema gastronómico, pero en ése, todavía más.
ResponderEliminarEs un disfrute para todos los sentidos
EliminarUf!!! Qué hambre y qué ganas de dar una vueltilla por aquellas tierras...El lujo son las cosas sencillas (pero Buenas, con mayúscula). Grande Galicia!
ResponderEliminarHoy no os puedo acompañar en el visionado de ese western barato q es Top Chef, pero estaré pendiente de vuestros comentarios.
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ResponderEliminarJavier, me ha encantado tu receta de este mes de Eneko Atxa, muy currada, enhorabuena! Y revolviendo por tu blog he encontrado esta preciosa entrada dedicada a Galicia, mi tierriña...Me alegro que te haya gustado y me emociona que hayas hecho un post tan bonito sobre esas tierras del norte. Hasta pronto.Besiños
ResponderEliminarMuchas gracias. En este post cuento lo que siento, Galicia es maravillosa de punta a punta, la gastronomía solo es uno de sus muchos encantos, por eso vuelvo y vuelvo, y disfruto mucho porque cada vez descubro nuevas maravillas.
EliminarBesos
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